Merece La Atalaya el brillo de un soneto
pues es el amuleto que cuida de Laredo,
erguida junto al agua, dibuja su boceto
y ofrece, como un reto, el guiño de su enredo.
La brisa marinera se ceba en sus balcones
que agotan las sesiones de amores y miradas,
fantasmas con casaca preparan los cañones
que cargan sensaciones, de encanto, sazonadas.
Vigila los placeres de su amiga de arena,
su presencia serena copula con el cielo,
si bebes su paisaje se diluye la pena
y baja el alma llena de magia y terciopelo.
Amiga silenciosa, viejo volcán callado,
te siento a mis espaldas, te miro enamorado.
Chus Castro 05/07/1018
Soneto inglés alejandrino con rima interna
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