No es la playa, la que riza su arena,
lo hace la mar serena,
ni escoge la baldosa el que la pisa,
no elijo el ondear de mi camisa,
que la mueve la brisa,
ni dicta el corazón como es mi pena.
No es mi letra respuesta a mi condena,
no es quién elige cena,
ni escoge el color de mi sonrisa,
no elijo el motivo de mi risa,
que siempre tiene prisa,
ni es mi mente, inspirada, la que ordena.
Son mis versos osados que me escriben,
me quieren y me exhiben,
entre gotas de lluvia y suave viento,
lanzan mi sentimiento,
cada día, en sus rimas, me reviven
y se alegran, por mi, si estoy contento,
y entienden mi lamento,
sin llamar a su puerta me conciben,
amables me reciben,
son mis dueños, y escupen lo que siento.
Chus Castro 27/07/2018
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