Medrando en la
anarquía del sentir,
posé en el anaquel de
tu mirada,
no pude, desde
entonces, elegir,
quedé rendido y preso
en tu celada.
Naufragué en el mar
de tu suspiro,
me colgué del dintel
de tu sonrisa,
aparqué mi vivir en
tu cornisa,
y es tu risa, el aire
que respiro.
Eres río que ahoga mi
penuria,
caléndula que abriga
mi pasión,
nelumbo que florea mi
lujuria,
perfume que me
embriaga el corazón,
luz del sol y, en mi
mar, batiente espuma,
estro y paz de mi
alma y de mi pluma.
Chus
Castro 31/12/2018
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