El
Sistema lo ha conseguido. Ha hilvanando, como buena costurera, los mensajes,
los hilos necesarios, para gravar en nuestra mente la palabra “antisistema
“como algo malo y nocivo para la sociedad. Se ha encargado de llenar la palabra
con connotaciones peyorativas, con rasgos satánicos. Ha conseguido que al oírla
se apelotonen en nuestro cerebro ideas como: violencia gratuita, destruir por
destruir, falta de ideología, ganas de hacer daño, sicarios pagados,
destrucción etc. Se han cuidado, muy mucho, de esconder, de hacernos olvidar,
la esencia de la palabra: Anti- sistema, “contra” el Sistema.
El
Sistema engaña. El Sistema manipula. El Sistema es violento y mata. Este
Sistema, creado y mantenido por unos pocos, para enriquecerse a costa del
hambre y las penurias de la mayoría, nos ha comido el tarro de tal manera, que
criticamos y maldecimos a los únicos que osan enfrentarse a él: los
"antisistema".
Olvidamos
como entró Jesucristo en el templo. Olvidamos a Gandhi, a Luther King, a
Mandela, a Malcolm X, o a Victor Jara. Olvidamos a tantas y tantos
"antisistema" anónimos asesinados por el propio sistema por no
dejarse pisar y defender los derechos del pueblo llano. Nos olvidamos que cada
día hay gente relegada, perseguida y machacada por el mismo Sistema que nos
da fútbol y “salsa rosa” para comer.
¿Quién
está matando todos los días a gente en el Mediterráneo?¿Quién está gaseando,
sí, oís bien , gaseando al mejor estilo nazi, a los refugiados en las fronteras
de Grecia?¿Quién permite que haya niños vendiéndose sexualmente por 5 euros?
No nos
escandalizamos por todos estos “daños colaterales” del Sistema y ponemos el
grito en el cielo cuando los "antisistema” queman un cajero de los mismos
bancos que especulan con nuestro dinero. Asistimos impávidos al lamentable
espectáculo de las fuerzas “del orden” dando porrazos a diestro y siniestro a
gente pacífica que se manifiesta para defender sus derechos y criticamos, sin
ningún problema, a los únicos que les hacen frente: los terribles, los
violentos “antisistema”.
Nos
echamos las manos a la cabeza por un contenedor o un coche quemado y nos
tragamos, como benditos, la verdadera violencia, la que no hace ruido, la ejercida
con silenciador, la que cada día ejerce sobre la mayoría de nosotros, con total
impunidad, el Sistema.
Sí, soy
“antisistema” y a mucha honra y no me da miedo proclamarlo a los cuatro
vientos, porque el serlo me llena de orgullo. Siempre lo fui y siempre lo
seré.
Y aunque
no soy violento y pienso que la violencia es, en esencia, mala; aunque sé, que
no es “socialmente correcto”, ni está bien visto decirlo, yo no soy un
hipócrita y pienso y digo que, en este Sistema de capitalismo ciego y
feroz, es legítimo defenderse, por las buenas o por las malas y si el pueblo
necesita ser violento para luchar por sus derechos, cuenta con todas mis
bendiciones.
Pero los
“violentos” son un grupo muy reducido dentro de los "antisistema". La
gran mayoría de los que se manifiestan cuando se reúnen “los buitres” del G8 o
del FMI, son gente pacífica, que el Sistema obvia porque son “su grano en el
culo particular” y no conviene que se haga más grande.
Muchas/os
de vosotras/os sois "antisistema", porque la SOLIDARIDAD, es
antisistema y vosotras/os sois solidarios. Porque luchar contra la desigualdad,
es antisistema y vosotras/os lucháis por un mundo mejor. Porque criticar y
protestar, es antisistema. Porque preocuparse por el sufrimiento de los demás,
es antisistema y vosotras/os os preocupáis. Porque reír todos los días e s
antisistema, anti este sistema.
Yo no
tengo miedo a etiquetarme con esta palabra. Llevo el sello de la marca
“antisistema” con mucho orgullo, aunque por ello el Sistema os diga que tengo
“cuernos y rabo”.
¡Salud y
utopía!