De vez en cuando la tierra se enfurece,
abriendo heridas que sangran por su piel,
se inmola en baño de fuego, y arde en él,
le quema la calentura y enloquece.
Se queja por la desidia que le mece,
y, aunque el amor al humano sigue fiel,
le alocan los sin sabores y la hiel,
del hombre que, sin respeto, la empobrece.
Escupe roja impotencia de su entraña,
en un carnaval de terror y belleza,
en una orgía de humo se enmaraña,
demuestra su poderío, su grandeza,
pero se siente pequeña, no se engaña,
y se muere entre la rabia y la tristeza.
Chus
Castro 10/05/2018
soneto dodecasílabo con censura en 8
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