Triste es tu sino, pueblo yemení,
la roja muerte vuela por el cielo,
la negra sangre corre por el suelo,
y nadie para la saña del saudí,
en un oscuro llanto me perdí,
siento la injusta lacra de tu duelo,
quiere mi alma darte algún consuelo,
pero es mi grito mudo y baladí,
siento vergüenza, amarga, de gobiernos
que, con total desprecio y cobardía,
hacen negocios y miran a otro lado,
creando, por dinero, los infiernos
donde los niños mueren cada día.
¡Salvaje mundo, cruel y desalmado!
Chus Castro 19/09/2018
Soneto
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