Tiene mi gitana,
sujetando el pelo,
una cinta de oro, cálida y suave
como el terciopelo.
Con fútil intento
trata de apresar,
sus negros cabellos que, entre jaleos,
gritan libertad.
Se gira y baila,
juega con su falda,
requiebros de fandango y bulerías
ríen en su espalda.
Sonríe y me embruja,
mira y me mareo,
ojos pintureros, sangre andaluza,
loco de amor, muero
Chus Castro 01/12/2017
Las seguiriyas derivan de las tonás primitivas
y se crean principalmente entre Cádiz y Sevilla, con los Puertos, Jerez de la
Frontera y el barrio de Triana como
focos principales. En discos y libros podemos leer referencias al estilo como
sigueriya, siguiriya, o seguirilla. Todas son válidas, ya que el término
seguidilla se agitana o andaluza derivando
en otras grafías que
cada cual escribe a su modo. Del complejo genérico de las seguiriyas forman
parte también las serranas y las livianas, ya que ambos estilos se rigen por el
compás propio de la seguiriya. Otra de las variantes seguiriyeras son las
cabales, seguiriyas en tono mayor
Estructuralmente se compone
de cuatro versos hexasílabos, excepto el tercero, que es endecasílabo: (6-6-11-6), modelo silábico emparentado con las jarchas. Rimanel segundo
y el cuarto en consonante o asonante.
La estructura en este caso no es estricta: prima el sentimiento sobre la forma,
de modo que no es raro encontrarse con seguiriyas con otras métricas,
como 7-7-11-7 y 8-5-11-6. Una forma menos extendida es la estructura 6-11-6, en
la que rima el primer verso con el tercero, y usualmente se repite el segundo
al cantar.
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