Aunque te compliques un poco la vida, ser ateo tiene sus
ventajas:
Soy libre y culpable de todos mis actos.
No me importa ni “de donde vengo”, ni “a donde voy”.
Disfruto del tránsito.
No necesito explicaciones “sobrenaturales” para cosas inexplicables. Busco explicaciones
y
otras veces ni lo intento ¿Para qué sirven?
Pongo toda la carne en el asador, para ser feliz en esta
vida.
Escribo mi propio destino porque no creo que ningún Dios me
lo haya organizado.
No doy por bueno lo malo porque ”Dios lo ha querido así” y
lucho por cambiarlo.
No me resigno, esperando que mis problemas se solucionen en el
más allá.
Si me caigo, no espero a que nadie me levante, lo hago yo.
Y si me equivoco, no pasa nada. Estoy seguro de que vuestro
Dios, en su infinita misericordia, me recibirá con los brazos abiertos.
¡Ciao, toneletes!
Chus Castro 20/12/2016
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