No me aturden los dulces efluvios del pasado,
ni me abruma el impávido aroma del futuro,
me arrulla el devenir, muchas veces inseguro,
de disfrutar de un ahora vivo y apasionado.
No me pierdo en mil ciegas preguntas sobre mi hado,
ni se moja mi pluma en un frasco de cianuro,
me dejo arder en un océano bravo y puro,
y me ciega un fresco resplandor ilusionado.
Tan solo así, mi humilde silueta reverbera
y mi preocupado existir haya un motivo,
para seguir pisando la senda verdadera.
No quiero bajar de este desbocado tiovivo,
así mi triste invierno se vuelve primavera,
y en cada apreciado palpitar me siento vivo.
El SONETO ALEJANDRINO es el que se escribe con versos de 14 sílabas
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